En alguna falda

Siempre está parada en el mismo lugar
allí estacionada
esperando a que alguien le invite
a que alguien le coja en sus brazos y le haga cantar.
Desde aquí veo como algunos la agarran
la sientan en su falda, entre las piernas, allí la acomodan,
le tocan hasta el fondo de la espalda
la arriman sobre su pecho
viajan por sus curvas
y con los dedos le acarician el cuello.

Algunos le miran la boca
para saber de qué está hecha
acomodan sus dedos sobre su cuello
con cierta posición y estilo
empiezan a acariciar
sus cuerdas vocales
y la hacen vibrar, aullar y cantar,
gozan, al cantar al mismo ritmo
cuando ambas bocas se encuentran
cuando sus cuerdas vocales
cantan al unísono.

Otros la rasgan, y hasta le dan por las nalgas,
es cuestión de estilo, dicen
lo cierto es que a ella le encanta, le gusta, lo vive,
y se deja usar hasta lo último,
prefiere estar allí, en alguna falda, antes de estar arrinconada,
sola u olvidada,
así es ella, así es ésta guitarra.

M.