A la vuelta del sol

Salió a dar una vuelta, en la tarde de un viernes, al paseo y bamboleo de los carros y su escalera de humos, pasaban de cerca las bicis, ella parecía una hormiga mirando de derecha a izquierda, y de izquierda a derecha, antes de cruzar en medio del arenal y tumulto de gente... es de lo mas gracioso su caminar, mas cuando acelera el paso para evitar que un auto le acaricie o la golpee.

Aquella tarde era hermosa, no por la caída del Sol, sino porque el Sol era ella misma, doquiera pasaba alumbraba, y encantaba.

Susurraba canciones que le enseñaron de niña, que no olvidaba. Su silbido suave y apacible, era como el canto del ruiseñor en las mañanas, y sus pisadas como el picoteo puntiagudo del picaflor. Toda una dulzura de canción y delirios.

Las canciones se deleitan en su boca y se fascinan en su sonrisa de niña... mientras ella sigue caminando cada tarde de domingo, de viernes, de esperanza... de encontrar en alguna esquina o callejón la semblanza de quien una vez le juró unas palabras, y le envió en alas de paloma una promesa abrigada con una flor.

M.